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Ayer fue mi último día de trabajo, para comenzar unas cortas vacaciones después de casi un año de mucho aprendizaje y labores. Cuando le comenté a mi 👯 compañera de trabajo, "terminé; regreso en dos semanas", me dijo: "Yes, ¿y ahora, para la playa? Le tuve que contestar que no. Tengo que terminar un 🖥 capítulo de la propuesta de disertación y otros compromisos editoriales. 


Lo que sí hice inmediatamente al terminar fue recoger la oficina que ha sido centro de estudio, espacio de almuerzo, gym (soy de esas que ponen la trotadora debajo del escritorio y al lado unas pesas) para enfocarme en lo que tengo que hacer para lograr mis compromisos y disfrutar de unos días de descanso y sin fatiga. Terminé cambiando el escritorio de sitio, limpiando profundamente y reubicando las plantas que me acompañan en ese espacio. ¡Me encanta como quedó! Se ve más amplio organizado y me ayuda a leer mejor y producir más.


Reflexionando en esto quiero compartirte algunos tips antes y durante las deseadas vacaciones:


Antes:


☝ Establece expectativas claras: Define cómo estarás disponible durante las vacaciones. ¿Revisarás emails ocasionalmente o te desconectarás por completo? 


🧤 Organiza tu espacio de trabajo: Antes de irte, ordena tu espacio de trabajo y asegúrate de que todo guardado correctamente. Esto te ayudará a volver a trabajar sin problemas a tu regreso.


📩 Configura respuestas automáticas de tu email: Establece una respuesta automática de correo electrónico que informe a las personas que estás de vacaciones y cuándo regresarás. Incluye información sobre cómo contactarte de ser necesario.


Durante:

⏺ Desconéctate tanto como sea posible: Esto te ayudará a recargar energías y regresar al trabajo con una perspectiva fresca.


🕤 Mantén un horario de sueño regular: Incluso si estás de vacaciones, es importante mantener un horario de sueño. Así te sentirás más descansado y productivo cuando regreses al trabajo. Si es posible, considera trabajar en un horario reducido durante las vacaciones. Esto te permitirá seguir trabajando y generar ingresos, mientras que también tendrás tiempo para disfrutar de tu tiempo libre.


🤸‍♀️ Muévete: El ejercicio es una excelente manera de relajarse y mantenerse saludable. Intenta hacer algo de ejercicio durante tus vacaciones, aunque sea solo una caminata diaria.


Después:

✍ Evalúa tu experiencia: Tómate un tiempo para reflexionar sobre tu experiencia de vacaciones y cómo te benefició. Identifica qué funcionó bien y qué se puede mejorar para la próxima vez.


🧠 Cuida tu salud mental: El trabajo remoto puede ser aislante, por lo que es importante cuidarte en este aspecto. Asegúrate de socializar con amigos y familiares, y busca ayuda profesional si la necesitas.

 
 
 
  • tintaytal
  • Jul 2, 2023
  • 4 min read

Desde que era pequeña he sido muy parlanchina. Hablaba con todos y de todo. A veces me separaban del resto de la clase a una esquina y hubo otras que hablaba con la pared para demostrarle a la maestra que no me había vencido. Mi mamá siempre me dice que baje la voz y que no sea tan confiada. Todos esos atributos antillanos, sin embargo, me han ayudado en el ámbito laboral dentro de esta islita minúscula. Es decir, siempre he estado rodeada de amigas y amigos profesionales. Y como la vida para mí ha sido benevolente en muchas ocasiones he podido trabajar con mis amigos, he tenido trabajo por su recomendación, y crear nuevas amistades en otros trabajos.


A mi primer trabajo me recomendó Luz Z Bonilla. A ella yo la reconocí en noveno grado (porque no se acuerda que estudiamos juntas en elemental) y desde los noventa hemos fortalecido una amistad inquebrantable. Luego fue mi supervisora inmediata en el parque ecológico Punto Verde, por un tiempo fui su asistente y ahora colaboramos en Parques Imaginarios, yo como editora, y ella como fundadora de tan increíble proyecto.


En otra ocasión, Michelle Deliz, otra amiga de vida, me invitó a trabajar con una fundación familiar y allí reconocí a Lulu con quien hicimos una dupla poderosa y aún disfruto de su amistad. Esa familia en realidad es una tribu a la que me gusta pertenecer y que a través de ella conocí uno de los más lindos errores y compañeros. En ese tiempo adquirí mi primer carro y aprendí a hacer hummus como los israelitas.


Antes de Punto Verde, cuando hacía mi primera maestría solicité estudio y trabajo y me entrevistó Rose Marie Santiago Villafañe. El trabajo ella se lo había dado a otra estudiante, pero me dijo después que habíamos entrado en confianza que me contrató a mí porque le caí bien y sintió una química distinta. ¡Qué mucho disfruté y aprendí en ese trabajo! Fue Rose Marie la profesora que me recomendó para la beca también de estudio y trabajo con la Real Academia Española a través de la Fundación Carolina. Me dijo que la beca restringía la edad de entrada a los 31 años y que si ella tuviera mi edad, la que iba fuese ella. Rose me ayudó y motivó mucho en el proceso en ese y en mis estudios de traducción bíblica en Suramérica. Atesoro las conversaciones, consejos y risas que tuvimos en esa oficina con Sandra otra colega lingüista. Así que si de consejos de cómo ser buena jefa se trata, buscar a Rose Marie.


En España conocí a Lucía Orsanic, quien vino a visitarme al Caribe desde Argentina y se quedó por amor en Puerto Rico. Entonces como profesoras las dos terminamos trabajando juntas en la Universidad. Luego de la Academia llegué a parar en el periódico como correctora, invitada por José Alberto Santiago Espinoza compañero de estudios en Lingüística. Allí también reconocí a amigos como Ana María y Christian, Héctor Aponte y a otres periodistes.


Después del periódico me dediqué a ser profesora a tiempo parcial en las principales universidades del área metro: UMET, UPRRP y USC. La situación social y económica de la isla nos obliga a muchos profesionales a aceptar mucho trabajo por poquísima paga y ser asistentes administrativos, sicólogos, trabajadores sociales, crear contenido educacional y cumplir con fechas dentro y fuera del salón de clases.


En el año de la pandemia Lara Caride, TED influencer, profesora y Comunicadora me escribió para decirme que había visto una oferta de empleo “que se parecía a mí”. Para eso ya trabajaba a tiempo parcial en Sagrado, cuando parecía que no me volverían a llamar de la UPR, porque habían cambiado de directora y habían empezado a cortar presupuestos. Así que pregunté y sí, me confirmaron que era para el puesto de especialista de lenguaje que me habían visualizado cuando solo era un proyecto pensado. Que escribiera con copia a la directora. Hice eso, llamé, escribí, agradecí en el walking closet, donde recibí la oferta, me preparé para la entrevista me entrevistaron y me contrataron. Fui la primera de un grupo de cuatro. Conocí personas talentosísimas, que hoy quiero llamar amigos. Y luego de muchos años volví a tener un trabajo estable a tiempo completo y dejé a un lado la freelancer.


Entonces regresa Zelma. Quizás todas estas letras sean un intento de agradecerle y recordarle lo genial que es. Ella y yo estudiamos juntas en la maestría y luego trabajamos juntas en la antes UMET. Luego de casi cuatro en la Universidad de Sagrado Corazón y más de 15 enseñando, mi vida como educadora da un giro interesante. El 1 de julio empecé como Instructional Designer en la New Mexico State University. Zelma lo tuvo claro desde hace mucho tiempo: siempre me recordó que somos polifacéticas y talentosas, responsables… que merecemos mejores salarios y ser respetadas por nuestros superiores, trabajar en un ambiente de armonía y cordialidad, y que puedo monetizar mis talentos. También me “cocheó” para hacer una entrevista en inglés para una posición en la que no he trabajado, pero ya voy a mitad de estudios doctorales. Así que gracias, amiga, gracias, amigos por la complicidad, por recomendarme, porque nos validamos unos a otros a pesar de la invisibilidad que algunos tratan de poner sobre nosotros, por la lealtad y la cofradía. Me alegro de sus éxitos bien ganados y los míos. Porque que seamos buenos amigos es solo un complemento a todo lo estudiado, luchado, trabajado a pulso.


 
 
 
  • tintaytal
  • Oct 7, 2022
  • 3 min read

Me casé a 18 días del huracán María. La isla había quedado devastada. No había servicio de luz ni de agua potable y algunas calles estaban incomunicadas. Un verdadero caos. Nosotros, sin embargo, había permanecido intactos en el piso veintidós de aquella torre fuerte. La boda era el 10/07/17 y no quería cambiar la fecha, aunque pocos entendieran el juego de números. Mi marido no es muy entusiasta de las bodas o cualquier festejo; no come bizcochos y no le gusta soplar velas. A él le daba igual si era ese día, en par de meses o nunca. La del baile y la pachanga era yo. Como no sufrimos desgracias ni mis familiares y tampoco amigos entonces seguimos adelante con nuestro plan; aunque modificado.


La boda ahora sería en la playa, con mínima decoración y un cuarto de los invitados. Luego, iríamos al único restaurante que abrió para actividades privadas con un menú limitado. El plan inicial era un jardín botánico con veredas de cemento, pero en la arena no sé caminar con zapatos. Desde chica aprendí a caminar descalza en cualquier superficie: la grama del patio, las rocas lisas del río, la ardiente arena en verano. Era como si la planta de los pies se comunicara íntimamente con la naturaleza y, la tierra, me transmitiera su sentir.


Tenía todo preparado menos los zapatos. La mayoría de las tiendas de zapatos estaban cerradas. Mi amiga Lucía me acompañó a buscar unas sandalias más emocionada que yo. Fuimos a las tienditas de la plaza pública de Río Piedras. La zona parecía de posguerra. El ruido de los generadores, la gente vendiendo hielo, frutas y lumbreras o cosas para sobrevivir y nosotras buscando zapatos de casamiento playero. Las conseguimos; unas sandalias cómodas que combinaban con el vestido y tenían una franja dorada en el empeine. Más que suficiente. El par no costó más de diez dólares.


Las flores habían sido preservadas en una nevera milagrosamente desde antes de los huracanes. Las damas fueron con su mejor vestido playero que tuviesen no necesitase plancha. Una de ellas puso muchos peros para la boda poshuracán. Que era una imprudencia, que había gente muriendo, que haría más calor, que tenía cistitis y que llegaría, pero tarde; aunque fuera en pañales. Desde que me puse el vestido, o tal vez desde antes empecé a ignorar mensajes y llamadas con consejos. Ese día me peinó mi hermana, me maquillé yo y salí a casarme con una mochila y muchas cosas en las manos. La decoración sería instantánea. O sea, poníamos las cosas tn pronto llegaramos más que para la foto, para ambientar el recuerdo para siempre.


Entonces me escribe la de los peros: —No tengo zapatos. Voy a ir en sandalias de plataforma.

—OK.

—Va a llover. ¿Cuál es tu plan B?

—El plan A era que no viniera un huracán. Este es el plan C. Si llueve, nos subimos a los carros hasta que escampe. O nos metemos debajo de las palmas. Me casaré con sol o bajo lluvia.


Hizo un sol perfecto. Las palmas estaban despeinadas y había poca gente. Una patrulla se paró cerca y pensábamos que nos sacarían, pero más que todo estaban como espectadores.

Llegamos y caminé hasta la entrada de la playa. Sentí innecesarias las sandalias. Dos o tres pasos más y me las quité. Era como entrar a algo sagrado, intimo. A pesar del desastre días antes, ese día nos dijimos sí por primera vez, pero se sintió como otra de tantas veces. Quiero decir que nuestro amor ya había sido probado por el tiempo, huracanes y otras debacles. Nos besamos tomando la cara del otro en las manos, con fuerza. Bailamos con los pies descalzos, calzados y cansados, en la arena, al ritmo de tambores tocados por músicas ellas. Comimos comida rica y caliente; como no pasaba en dos semanas o más. Amamos; como si el amor no sufriese estragos.

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© 2021 Tayra A. Wallé Rosado

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