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Recuerdo en desorden

  • tintaytal
  • Jul 18, 2022
  • 3 min read

Recuerdo a mi prima protestar porque yo no jugaba con las barbies y solo las peinaba.

Recuerdo la primera vez que vi una pistola, en el tobillo de mi tío exagente. Me agaché al piso a ver si podía tocarla sin que él se diera cuenta.

Recuerdo que en los viajes largos en carro planificaba qué haría si me abandonaban frente algún supermercado como a Punky Brewster.

Recuerdo la risa incontrolable de mi mamá y yo corriendo bajo la lluvia.

Recuerdo las meriendas de las tres: chocolate caliente con pan y queso derretido.

Recuerdo pensar que en el 2000 se acabaría el mundo. Estaba en Argentina y me inquietaba que nadie le prestara atención al suceso aquel 31 de diciembre.

Recuerdo haber escuchado algo en la radio sobre la explosión de las torres gemelas en NY y todos pensar que era broma. Recuerdo mirar incrédulos y en silencio las imágenes del atentado del 911.


Recuerdo la protección que sentía si mi papá me llevaba de las manos.

Recuerdo el sudor en mis manos agarrando un chocolate robado en una farmacia. Recuerdo que mi mamá hizo que volviera a la tienda a devolverlo y pedir perdón.

Recuerdo haber robado otros dulces después.

Recuerdo las manos con olor a recao, color tierra y artríticas de mi abuela cuando me trenzaba.

Recuerdo las manos gruesas y ásperas de mi maestro de escultura explicándonos cómo tallar yeso y madera.

Recuerdo la sensación perfecta e irrepetible cuando mi novio me agarraba las manos.

Recuerdo pensar que la nueva novia de mi exnovio tenía las manos más bonitas.

Recuerdo la emoción de aquel novio al recibir en sus manos libros; en particular, el de Rilke

Recuerdo las manos de mami muy agarradas a la puerta del carro cuando empecé a manejar.

Recuerdo la mano de un viejo sentado al lado mío sobre mi muslo en el cine. Grité y di un brinco tan fuerte que pararon la película.

Recuerdo en el cine agarrar todo el popcorn que pudiese en las manos y meterlo en mi boca. Mi esposo me dijo después que lo enamoró ese grotesco detalle.

Recuerdo la excitación por las películas independientes que veía cuando estudiaba idiomas. Recuerdo mirar a Calin cuando una escena es muy cruel o oscura.


Recuerdo escribir cartas para todo desde pequeña. Le escribí a Santa Claus que de regalo me dejaran afeitarme las piernas. A mi mamá le escribí que ya era grande para lavarme el pelo sola sin desperdiciar agua o shampú.

Recuerdo escribir cartas a mano, considerarlas magistrales, pero nunca entregarlas.


Recuerdo que Francine me decía que yo era adoptada y que mis papás no se atrevían a decirme.

Recuerdo buscar a gritos a Chipu, mi perro de la infancia perdido el día del huracán y no encontrarlo.

Recuerdo oír aullar el viento huracanado, por horas, la noche oscura, eterna, con miedo y los ojos bien abiertos sin ver nada.

Recuerdo no reconocer algunos lugares comunes de la isla por la devastación del huracán del 2017.

Recuerdo mirar el reloj siempre a las 12:34.

Recuerdo ser muy feliz los primeros meses de la pandemia.

Recuerdo disfrutar nadar bajo el agua aguantando la respiración lo más posible.

Recuerdo el sol azotando mi piel en verano hasta dormirme del calor en la playa.


Recuerdo a mi primo Luiggi, recién llegado a PR un octubre. Era su primera celebración de Halloween, le compraron un disfraz de Snoppy. Lloró sin consuelo porque no ganó el concurso de disfraces.

Recuerdo cuando llegó Lucía de Argentina y quería que yo bebiera del galón de leche como en las películas de Hollywood.

Recuerdo a Claudio en el bus de Buenos Aires a Mendoza. Yo leía un libro sobre las virtudes femeninas y él me comentó algo. Hablamos y nos besamos toda la noche.

Recuerdo reírme a carcajadas mientras dormía en Buenos Aires y que la risa me despertaba.

Recuerdo la pizza de la séptima avenida en New York.

Recuerdo haber querido ser azafata.

Recuerdo la primera vez que mi hermana y yo viajamos solas. Una azafata nos llevaba a todos lados, nos regaló manzanas y unas figuritas de avión.

Recuerdo a mi mamá aguantando las ganas de llorar cuando me fui a estudiar por primera vez al extranjero.

Recuerdo el nerviosismo antes de salir al escenario a hacer mimo.

Recuerdo la libertad y la euforia en las clases de salsa.

Recuerdo la sensación de sentirme extranjera adentro y afuera.

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© 2021 Tayra A. Wallé Rosado

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